lunes, 14 de abril de 2014

Opinión sobre el comienzo de mi historia

Durante el atardecer la pequeña Shasa de rostro cándido y hermoso pelo lacio y largo caminaba descalza por la orilla de un mar que se perdía por el horizonte, calmado y vivo reflejo de la pálida luna. La acompañaba Luka, una perrita energica y vivaz de pelo rizado blanco.
Para ella era el mejor momento del día, contemplar el ocaso no tenía precio por eso insistía e insistía en que la dejasen salir pero a solas, sin estar escoltada por ningún soldado y la mayoría de las veces conseguía todos sus propositos. A pesar de ser una niña gruñona y consentida todo el mundo caía de rodillas a sus pies, tanto personas dulces como personas agrias pues tenía una forma de ser angelical, era la estrella que iluminaba los castillos frios y lúgubres con sus sonrisa nívea.
Aquella vez se mostraba mucho más abierta de lo normal, la confianza que sentía con Luka no la podía tener con nadie. La perrita la miraba con sus ojos pequeños y negros y pensaba que la podía entender. Le estaba diciendo:
-Me encantan los ojos azules del príncipe Rody, quizás me case con el algún día, todo dependerá de mi madre, si cambia de opinión sobre los hombres mi sueño se cumplirá pero...-la que era una sonrisa se difuminó por completo-si no lo hace estaré sola toda mi vida, sin el calor de mi apuesto príncipe-suspiró-ni tampoco podré tener niños, otro de mis sueños-dijo triste viendo corretear a Luka a su alrededor.
Tras un espacio de silencio Shasa dijo:
-Luka, mira lo que tengo aquí-sacó del bolsillo de su vestido verde pistacho una pelotita roja-¿Quieres jugar con ella?-Luka contestó con unos ladridos alzando las patas delanteras a imitación de un caballo-¡Toma!- la lanzó lo mas lejos que pudo.
Al mismo tiempo la perrita corría desbocada sin despistarse de la dirección por donde cogía la pelotita. Ella, mientras tanto se quedó sentada en la arena suave y cálida intentando recordar el roce de sus dedos con los del principe que había tenido lugar durante la celebración del matrimonio de su hermano. La primera vez que sus miradas se encontraron le parecía detenerse el tiempo alrededor de todo un publico bullicioso. Estaba convencida de que el sentía lo mismo.
Pasado un tiempo de espera la pequeña bajó de las nubes al darse cuenta de que Luka no había vuelto. A pesar de los constantes gritos y silbidos que enviaba no obtuvo respuesta. Se empezó a preocupar, corría de un lado a otro esperando encontrarla en cualquier sitio, pero a salvo. Lamentablemente para ella no fue así.
De pronto la oyó, al principio no sabía de donde procedían los ladridos pero cuando lo hizo otra vez alcanzó a escucharla en el interior de la cueva también llamada "El ojo negro", de modo que con pasos lentos y titubeantes se acercó. Mientras lo hacía notaba como una fuerza extraña la arrastraba hacia adentro acompañada de un cantico agradable.
Cuando le faltaba poco para cruzar el umbral de la cueva se paró en seco, pues una de las cosas que más temía era la oscuridad.
-Luka, ven aquí perra mala-la reprendió, poco habitual en ella.
Poco después sintió que algo se acercaba. Aquello que se movía se dejó ver una brizna por la claridad de la luz de la luna. La niña cayó de asombro recordando las imágenes de todos los momentos tristes y agradables que pasó con ella al ver la sangre chorrear en la boca de aquel ser. Por un momento se quedó petrificada, derramando unas gotas de lagrimas que se deslizaban como una serpiente por la tez llegando a parar a la comisura de los labios.Después únicamente se atrevió a decir:
-¿Qué eres?-sintió que un profundo temor invadía todo su cuerpo. Entonces se levantó y empezó a correr sin mirar atrás.
La criatura alada se alzó al vuelo agarrandola por la espalda con sus afiladas uñas a la vez que la tata que se había arrepentido de haberla dejado salir sola la vislumbraba desde abajo.
-¡Dioses!-se puso las manos a la cabeza con rostro sorprendido.-la reina me matará y ¿Que diantres es eso?

Ajenos a todo esto la reina Sharisia junto a sus cuatro hermanas y escoltadas por cinco jinetes disfrutaban de una cacería sanguinaria en el corazón del espeso bosque Sharisiano pero ya estaban de camino al castillo montados en sus corceles hermosos.
El de Sharisia era de pelaje negro azabache. Siempre montaba en el mismo. Tenía tanto apego a el que ordenaba a sus subditos cuidarlo con máxima precisión. La segunda hermana había escogido uno de color marrón oscuro, la tercera igual pero a escepción de la última que optó por un palafrén . Por otra parte los soldados que se les designaba caballos diferentes todos los días, tenían unos de color marrón claro con las pezuñas y la crín negras.
Al unisono trotaban con porte aristocrático y elegancia. Las duquesas y la reina se decían:
-Hermana Sharisia, recuerde que vuestro torneo dará comienzo dentro de dos días. Hace un mes que el heraldo corrió la voz por todos sitios. Tenemos que prepararlo cuanto antes-quien habló fue la segunda más mayor, una mujer recta, de modales refinados e inexpresiva.
-Es verdad, no me había percatado de eso, gracias por recordarmelo Yaela-el torneo era el foco principal de la riqueza en época de verano en la que tanto la nobleza como los no privilegiados se congregaban en multitud. Además acaudalados comerciantes procedentes de todos las ciudades acudían con sus carromatos llenos de diversos productos y decoros con la intención de llenarse los bolsillos de monedas.
-Lady Sharisia, todos estamos impacientes por que empiece el torneo-uno de los soldados se atrevió a dirigirle la palabara.
-Callate imbecil, eso ya lo se-la reina rugió de la cólera que le producían los hombres y más los de aspecto temible.
-Tranquila, solo ha querido informarte, nada más-la pequeña de todas intentó sosegarla. Esta era la única que trataba al menos con una pellizca de respeto a los hombres, incluso los defendía como esta vez.
-¿Por que los defiendes?¿Acaso se te ha olvidado la clase de animales que son?-dijo Yaela.
-No se...-se quedó pensativa-tal vez por pena-la razón en realidad no era esa y Eliana entreveía a través de sus actos la verdad aunque cada vez estaba más segura.
¿Por pena?-dijo Eliana riendose-he de deciros hermanas que eso es falso. Le apasionan los hombres corpulentos, lo se porque he visto como los mira, aunque por otra parte...pensó por un momento lo que estaba a punto de disparar-somos mujeres, es normal que nos atraigan y nunca podremos competir con eso, tendremos que hacerlo tarde o temprano.
-¡Ni hablar!-pronunció en voz fuerte-nunca, me ois, nunca perdereis la virginidad, no os imaginais lo horrible que es. Los hombres son unos asquerosos- clavó una mirada despectiva en ellos.
-Me duele deciros esto lady Sharisia pero tiene razón-en contadas ocasiones se ponía a favor de ellas cuando se trataba de este tema pues tenía el mismo pensamiento acérrimo de Sharisia.
-¿Tú también?-no puede ser que os hayais dejado llevar por el encanto de los hombres-dijo decepcionada.
-Entiendelo Sharisia, no nos queda otra opción si queremos conservar la sangre de los Roldaen. Tenemos que engendrar hijos si o si.
-No, maldita sea, estais locas todas-enfureció.
-Tranquilizate hermana. Además tu hija necesita que habrás las puertas de tu corazón a los hombres porque ella desea casasarse con un príncipe-dijo Dilulina-hazlo aunque se a por ella-Dilulina y Shasa tenían una relación muy cercana«amigas hasta la muerte»-se decían en la alcoba todas las mañanas cuando la peinaba delante del espejo. Esto no era otro motivo que sentirse niña otra vez.
-¿Te lo dijo ella?-se impresionó puesto que no sabía nada de ello.
-Si, ya sabes que conmigo tiene más confianza.
-De ser así...meditó durante un instante-tendrá que olvidarse de ese príncipe. A la vuelta se lo diré.-su relación con su hija había cambiado e iba a peor y sabía que se trataba de este tema, aun así sigió inflexible.
-Aún no puedo creer que la referencia de nuestro padre te haya afectado tanto y lo peor es que no lo has olvidado todavía-le dijo Eliana.
-Nuestro padre...gran miserable-dijo antes de que se marchara como un rayo.
-Es dura de roer, no va a ser facil combencerla-les dijo Yaela viendo como desaparecía a lo lejos.
Tras haber pasado la atestada ciudad por el camino sinuoso y cruzado el río por el puente levadizo y el rastrillo, Sharisia que era la primera en llegar se dirigió hacia las caballerizas donde se apeó ilusionada por ver a su hija antes de que el dios del sueño la cogiera entre sus brazos. La tata, una anciana menuda y cariñosa se acercó desaforada a sus piernas.
-Milady, milady, perdonad a esta vieja inutil-dijo con los ojos encharcados en lágrimas.
-¿Qué ha pasado?, dimelo, no me asustes-la cogió de la barbilla obligandola a mirarla a los ojos-¿Qué ha pasado?-Preguntó de nuevo, asustada, muy asustada.
-La niña Shasa...-estaba tan nerviosa que casi no podía pronunciar palabra alguna-se la han...-explicar lo sucedido era imposible, inaudito.
-¿No quieres hablar?-le dio tal bofetada que cayó al suelo, dolida, tapándose la cara.
-Habla de una vez por todas¡Por favor!-suplicó.
Todos los integrantes del castillo acudieron, sus rostros eran una mezcla de miedo y melancolía.
-Una criatura jamás vista por el ojo humano...con enormes alas y afiladas uñas...la agarró y se la llevó-acabó con un torrente de lágrimas.
No podía creer lo que había escuchado, se quedó congelada, sin mover ni un músculo. Solo dijo:
-La profecía se ha cumplido.
Los demás llegaron muy asustados al oir los incesantes llantos de la anciana tata.
¿Qué ocurre?-¿Por qué está así la tata?-preguntó Dilulina cuando se apeó.
Sharisia las miró.
-¿Os acordáis de la pontífice?
-Si, pero ¿Que tiene que ver ella con esto?-preguntó Yoraina, extrañada.
-Lo que me dijo se a cumplido-respondió mostrando ser debil por primera vez.-una criatura desconocida se ha llevado a mi hija.
-No, mi ángel, no puede ser cierto-dijo Dilulina arrodillandose en el suelo y con la cabeza bocabajo.
-Pero ¿Cómo ha pasado?-preguntó Yaela.
-Lady Yaela, permitidme contaroslo-el jóven paje del señor feudal, que este se encontraba acostado en sus aposentos sufriendo por la dura gota muy frecuente en los reyes de ese tipo, dijo mostrando una reverencia cortés.
-Si, por supuesto.
-La anciana tata dejó salir a dar un paseo a la pequeña, un craso error por su parte, estaba muy alborotada y lo más cómodo para ella fue perderla de vista. La advertí pero no me hizo caso.-sus mentiras ponían ardientes de ira a la servidumbre- Debería de imponerle un duro castigo.
-¿Cómo te llamas?-le miró con desdén.
-Jim, alteza-su mirada lo asustaba.
-Jim, eso es un asunto que solamente yo puedo decidir, no necesito tus consejos.-se acercó a él para apretarle de las mejillas-no vuelvas a darme órdenes nunca en tu vida. Ahora desaparece de mi vista.-este hizo caso omiso.-pero de todos modos tiene que pagar las consecuencias de sus torpes actos.-Sharisia era a veces más despiadada de lo habitual con sus subditos pero esta vez había algo en particular y es que se trataba de la desaparición de su hija.-Ya sabéis lo que teneis que hacer pandilla de imbeciles.-les dijo a sus soldados.
-Pero...-Dilulina se compadecía de aquella pobre anciana, mirandola a sus ojos brillantes y marrones por última vez.
-Será mejor que te calles sino quieres que las tome contigo.-Yaela la interrumpió de inmediato poniendole la mano bajo el hombro.
-Primero follaosla bien hasta que os quedéis a gusto y después tirarla al pozo desnuda. No se merece vivir.
Todos se quedaron en silencio, menos la esposa del señor feudal que se puso a llorar. No llegaba a comprender la maldad de su reina.
Los ojos abiertos de la servidumbre no se despegaban de la que hasta ese momento había sido un ejemplo a seguir. Era una anciana humilde y trabajadora que lo único que quería era paz y felicidad a su alrededor.
-¡Nooooo!-gritó Zala, una de las sirvientas, encargada de mantener limpia las caballerizas y el patio.
-Dame esa espada inutil- le dijo a uno de los soldados
Cuando le deslizó la punta de la espada por el cuello ella se dijo a si misma:
-«Hasta siempre Tata. Gracias por todos los momentos dulces que me regalaste a tu lado», al tiempo veía como era arrastrada por el suelo implorando compasión a la reina, en vano.- cuando se la llevaron le cortó el cuello.
-«La reina se ha vuelto loca»-dijeron todos en sus cabezas. Aterrorizados.
Sharisia estaba tan euforica que ni siquiera oía sus llantos.
De forma inopinada Dilulina dijo timida:
-¿Y la perrita Luka?
El silencio más absoluto se instaló por doquier. La reina se marchó a sus aposentos sin decir nada, iba a explotar en llanto. Sus hermanas la siguieron poco después.
Eran en conjunto una especie de hierro irrompible, capaces de gobernar el poderoso reino de la familia Roldaen mientras el hijo bastardo de Swarrion,( también padre de las hermanas) esposo de Sharisia disfrutaba de los privilegios reales sin importarle lo más mínimo el reino. Era un acuerdo mutuo entre ellos dos que habían echo poco después de la muerte de Warrion para que no hubiese mucho revuelo al gobernar el reino una mujer.
Cuando entraron las hermanas vieron una imágen poco habitual, la insensible Sharisia de corazón de piedra estaba llorando, tendida en la cama y estrujando un cojín con los ojos inyectados en sangre y chorreando saliva, sin importarle su apariencia pulcra que la gente estaba acostumbrada a ver. Con cautela se acercó Yaela para decirle:
-Entiendo su sufrimiento pero no por eso voy a permitir que la reina Roldaen se derrumbe. Tiene que ser fuerte, ahora más que nunca, se acercan tiempos oscuros y usted es la gobernadora, levantese, mireme a los ojos-ella obedeció-si confía en que pueda estar viva todavía, ese será su aliento de animo para seguir adelante y luchar contra todo lo que se nos oponga en nuestro camino. Los dioses siempre están de parte de los más fuertes.
-Así se habla hermana-Dilulina, la más sensible de todas dijo con esperanza.
-Sharisia, hemos superado diversos obstaculos desde pequeñas, siempre juntas y este no va a ser el que nos debilite. Estamos contigo. Puede que nuestra princesa esté viva, seamos optimistas.-Yaela habló a la vez que se sentó junto a Dilulina.
Sharisia dejó escapar una pequeña sonrisa, dandose cuenta de que apesar de todo sus hermanas la apoyaban.
-La pontífice fue capaz de adivinar el futuro. Si no la hubiera matado ahora ella me serviría de ayuda. Solo se que van a pasar cosas horribles muy pronto y esta es la primera.
-Los dioses nos protegerán-dijo Dilulina.
-De todas formas me habéis convencido. Mi hija, voy a hacer todo lo posible por encontrarla pero...¿Como?
No dijeron nada. Entonces se secó las lágrimas con la manga del vestido negro y se acercó al ventanal, todas las noches lo hacía porque le encantaba contemplar el brillo del mar por la noche. A veces, como todo el mundo, se preguntaba que había mas allá del horizonte.
-No quiero incordiarla pero tengo que decirle que he puesto en marcha la muerte del escarabajo, ese pobre infeliz dentro de poco ya no estará entre los vivos-dijo Yaela
-Fenomenal. Ese reino será mio muy pronto.
-¿Por qué estás tan segura?-le pregunto Dilulina.
-Esos dos niñatos no tardarán en fracturar el reino porque van a querer reinar a la vez y así el sólido reino se hará debil como un viejo campesino. Será muy fácil conquistarlo.
-Es verdad-contestó asombrada«son muy guapos pero carecen de inteligencia»-pensó
-Ya os podeis marchar, gracias por vuestros ánimos, os lo agradezco, menos tu Yaela, quedate un momento conmigo. Vamos a escribirles una carta a los queridos Goten.

CAPITULO 2
CARTA A LOS GEMELOS GOTEN
Como todas las madrugadas, antes de que saliera el majestuoso sol por el este provisto de rayos que iluminaran el día una vez más, los gemelos Goten se preparaban con duras sesiones de entrenamiento para el torneo mas celebre de todos los tiempos. Iba a ser la primera vez en la historia de Ekinón que unos muchahos tan jovenes participasen en un torneo de semejante importancia. Ambos estaban decididos a ganar.
El anciano de barba espesa blanca como la nieve y sabio caballero de las fuerzas Goten les inculcaba desde que aprendieron a coger su primera espada, a los seis años, todo su conocimiento. Era respetado y admirado por todas las tierras de todos los reinos por muchas causas, una de las más importantes, la participación en el ejercito Roldaen con tan solo trece años devido a la antigua guerra que se originó por la ambición de los reyes de conquistar las mejores tierras.Finalmente la casa Roldaen se hizo con la victoria en numerosas ocasiones, llegó a gobernar casi toda Ekinon pero no pudo con el rey Dabano Goten, su espiritu luchador y sus tácticas por mar le permitieron salir indemne de la guerra pero sin conquistar ningún territorio. Habían pasado muchos años de todo esto pero no dejaba de recordar por las noches a veces sin quererlo aquellas vivencias repletas de sangre y crueldad. Este gran hombre se llamaba Royden y además de la barba destacaba de los demas por esos rudos brazos curtidos en mil batallas y su baja estatura.
Esa mañana estaba especialmente caviloso en sus muchachos puesto que se negaba a quedar en ridiculo delante de todos los caballeros y menos de la reina Sharisia que era la más poderosa de toda Ekinón.
-«No habrá servido para nada tanto esfuerzo si no ganan y lo peor es que no los veo del todo perfectos.»-se decía al verlos luchar con sus espadas de acero.
-Ganaré yo pedazo de imbecil, soy el gran favorito.-una extraña sonrisa a la vez cruel y jactanciosa se trazó en los labios de Fred.
-Ni en tus sueños, hermanito, no me podrás vencer ni tu ni nadie. El maestre confía mucho en mis posibilidades-arremetió con una fuerza que solo se la podia sacar su hermano. Saltaron chispas una vez más y a la vez los rayos del sol se reflejaron en las espadas.
El maestre les interrumpió aquel combate que no parecía acabar para decir:
-Dreik, Fred, acercaos.-estos hicieron caso, no desobedecían jamas a una persona de prestigio como Roy.-no usais la inteligencia, os dejais llevar solamente por la furia recíproca que sentís. Eso no os conducirá a nada bueno. Pensad cada segundo y después ejecutad. La espada tiene que moverse con elegancia y seguridad-le quitó la espada a Dreik para hacerles una demostración.-¿Entendéis?
-Si, de acuerdo Royden. Haremos lo que ordenes.-dijeron a la vez. Ambos eran como dos gotas de agua por fuera y por dentro dos imanes que se repelían con tan solo una mirada.Se comportaban así desde siempre. Los causantes de este odio eran sus padres pues no habían echo nada para solucionarlo y seguía creciendo cada día más. Competían por cualquier cosa, si no era por una doncella era para comprobar quien corría más. El uno quería ser mejor que el otro en todo pero lo que no sabían era el castigo que les iban a imponer los dioses por esto.
La criada, una joven de facciones delicadas y redondas traía una bandeja en mano en la que apoyaba tres vasos y un cuenco de madera.
-Lord Royden, he traido lo que me habéis pedido-tendió los vasos a cada uno de ellos.
Los gemelos estaban extrañados por la vevida y la comida.
-Veved esto, os dará mucha energía-les tendió los vasos.-no es un zumo cualquiera. A simple vista lo parece pero lleva muchos más condimentos de lo que pensáis. Tomaroslo de un trago.
-¿Pero que lleva?-olió asqueado.
-Fred, si te lo digo no me creerás. ¡Tomatelo!.-le ordenó.- Me acuerdo cuando me lo hicieron beber aquel día, a la fuerza. No se me olvirdará nunca. Esta bebida solo la toman los valientes.
Tenía un sabor muy amargo e insipido pero además cuando les recorrió por la garganta de forma borbotante tuvieron ganas de bomitar.
-Qué asco-escupió Dreik. Es lo peor que he probado en mi vida.
-Eso mismo dije yo.-se esbozó una pequeña sonrisa en sus labios.
Fred inmediatamente bomitó. Su hermano se empezó a reir a carcajadas. Unos segundos después lo hizo él.
-Probad esto también. Es una delicia-se rio al ver el gesto que ponían.-venga, sois hijos del gran Dabano-el astuto anciano sabía que si les ponía a prueba su osadía lo iban a hacer.-vuestro padre siempre me ha dicho que soís hombres de verdad. Quiero comprobarlo.
-Yo soy Dreik Goten, por si no lo sabes atrevimiento me sobra-cogió bruscamente el cuenco y empezó a comer desmesuradamente. A la tercera cucharada vomitó.
-Ay, cuanto teneís que sufrir para que esas pequeñeces no os afecten demasiado. Miradme-bebió de un trago la bevida y después la comida.-de tantas veces que lo he probado me está empezando a gustar.
Inopinadamente vieron como un aguila planeaba por el aire con suma elegancia. Sus ojos eran el reflejo de la oscuridad. Portaba en su pico un pergamino.Por la marca que llevaba en la frente supieron que era de la casa Roldaen. Se posó en el hombro de Roy y este la cogió. Rapidamente deshizo el lazo mientras los otros imaginaban lo que podía poner.
-Estimados hijos del rey Dabano Goten-empezó a leer Roy en voz alta.
-Con motivo del XV torneo envío esta carta exclusivamente a vosotros para avisaros de que comenzará dentro dos días. Se celebrará por la mañana en "la muralla sangrienta" como todos los años. Es la primera vez que participáis, os admiro mucho, es loable que unos jovencitos tengan el suficiente valor como para apuntarse a un torneo donde participan caballeros de toda clase incluso hombres libres, los más bárbaros.
Sería conveniente que sean puntuales, les esperaremos con mucho entusiasmo.
Las doscientas monedas serán entregadas antes de que se den a conocer los enfrentamientos.
PD: Me pregunto si vuestro padre ha dormido bien en la noche.
Un silencio espeso se impuso durante unos segundos alrededor. No entendían la última frase. ¿Que le importaba a la reina si ha dormido bien o no Dabano? Era muy extraño.
-Tengo un mal presentimiento. No se porque.-dijo Dreik
-Olvidaos de esa carta y seguir entrenando. El tiempo apremia-dijo Roy. Hizo pedazos el pergamino. El suave viento se los estaba llevando lentamente.
-Algo está tramando Sharisia.-dijo Fred
De pronto oyeron un grito en el torreón. Rápidamente tiraron las espadas y se dirigieron al interior. De principio un olor diabolico hizo que se tapasen la nariz con la manga. No había ningún sirviente por las estancias, parecía que estaba asolado, ni un ápice de rostro humano nada habitual todas las mañanas. Subieron las escaleras de dos en dos excepto el sabio que estaba muy viejo para esos trotes. No tenían ni la menor idea de lo que estaba ocurriendo hasta el momento en el que vieron la triste cara de la reina Dae.
-Vuestro padre, entrad a su alcoba.-les dijo a lágrima tendida.
-¿Que le ocurre?-pregunto Fred temiendose lo peor.
Estaba tendido, completamente desnudo rodeado todo de sangre, sus órganos estaban afuera, tenía una raja de hombligo hacia arriba y su cabeza pequeña en el suelo con los ojos abiertos mirando al techo. Las paredes estaban salpicadas de sangre.
-¡Por todos lo dioses, que animal le ha echo esto!-exclamó el sabio.
Los hijos ni siquiera se atrevían a decir nada pero el pequeño Fred por tres minutos ya se le escapaban las primeras lágrimas. No quería llorar, pemsaba que era actitud de debiles.
El anciano apartó la mirada por multiples rqzones, una de ellas era para abrazar a la reina.
-Siento mucho esta gran pérdida, querida. El era como un hermano para mi y se nos ha ido-le dijo al oido empezando a llorar.
Sus palabras la hicieron llorar más aún.
Dreik fue el único que no se dejó llevar por la tristeza y lo más sorprendente era que no sabía porque. Tenía claro que no se llevaba muy bien con su padre pero no para no soltar una lágrima cuando estaba muerto.
-Todos han muerto-oyeron una voz suave en las escaleras.
-Wayna, ¿Has comprobado en todos los lugares?¿Y los caballeros también?
-Si mi señor-contestó la sirvienta muy apenada y como siempre cabizbaja.
-¡Pero de que diantres se trata esto!-respondió Roy iracundo,impropio de él.
-No lo se pero lo que si tengo más que seguro es que quién quiera que sea me las va a pagar-respondió Fred.
-O tal vez si lo sabemos- dijo Dreik- la carta de la reina Roldaen¿Qué decía al último?
-Es imposible que la reina haya podido ser. Si,es verdad que no es muy amable con los hombres pero ¿Para hacer esto?-dijo Roy.
-Tiene que ser esa puta. La mataré, juro que cuando gane el torneo la mataré--golpeó la mesa con el puño.
-Nunca lo sabremos-dijo Roy, decepcionado.
CAPITULO 3
LA LLEGADA DEL MAL
Las tierras élficas estaban de festejo. No solo se disfrutaba de un buen tiempo templado sino también era un día de doble celebración. Por un lado los Silvanesti y los Qualinesti dejaban a un lado de una vez por todas sus diferencias para unir sus imperios y estrechar un lazo de amistad que nadie pudiera romper, los líderes de cada uno, Hartan de la casa Real Silvanesti y por otro lado Rudon, portavoz de los Soles de Qualinesti tenían pensado gobernar unidos. Estos últimos estaban menos estructurados que los Silvanesti pero pronto se asemejarían a ellos. A pesar de los hechos catástroficos del pasado prefirían pensar en el futuro de la raza élfica. No creían lógico que la madre naturaleza les protegiera de la ambición de los humanos y ellos formasen una guerra civil. Aunque todavía quedaba mucho por hacer la gente estaba feliz. El comercio y la agricultura prosperaban paulatinamente, los gremios a medida que pasaba el tiempo tenían más trabajo que hacer y la paz por momentos era más fuerte, solo una pequeña proporción del pueblo tenía en mente ideas de separación, desprecio hacia las otras razas, arrogancia e istoicismo.
El otro motivo de celebración era nada más y nada menos que el matrimonio entre la hija de Rudon y el hijo de Hartan. La gente decía que formaban una pareja perfecta y era verdad. Kaira y Tam se conocieron una noche de plenilunio cuando fortuitamente los dos se encontraron en el jardín de las amapolas, lugar donde los niños jugaban alegremente hasta la noche. Tam había reñido con su familia, por ello decidió fugarse, caminó hasta llegar a parar a los lindes de los Silvanesti. Se le hizo de noche, estaba asustado pensando que le tocaría dormir en el bosque, solo por su cabezonería, pero dio gracias a los dioses por encontrarse con la niña más bonita que había visto porque convenció a su padre de que se quedara a dormir en su casa. Esa vez se conocieron, y cayeron en la cuenta de que tenían los mismos gustos y preferencias. Pasó el tiempo y el amor fue acrecentandose hasta el día de su matrimonio.
La preparación del banquete fue árdua. Las sirvientas tuvieron que hacer un sobresfuerzo para satisfacer las órdenes decorativas estrictas de la señora Kaira Silvanesti, lo quería todo perfecto pues era el día más feliz de su vida. Estaba muy nerviosa, con un ardiente deseo de estar a solas con su amado pero sabía que para ese momento tendría que esperar hasta la noche. Miles de personas de las dos Casas Reales, los más allegados a la familia se agluitinaron formando un barunto alrededor de la mesa principal, donde se sentaban los gobernadores, amigos de confianza y sus respectivos hijos. Para animar la fiesta unos cuantos bufones divertían a la gente contando sus mejores chistes e historias. Cuando la gente se cansaba el gobernador Hartan Silvanesti inmediatamente cambiaba de función. Tenía que quedar bien con el Portavoz Qualinesti y de momento lo estaba consiguiendo. Igualmente con la comida. Habían preparado una mezcla de todo, para que nadie se quedara insatisfecho. Unas cuantas raciones de conejo, ardilla y benado, minoritariamente y toda clase de frutas, pan de centeno, hortalizas, frutos frescos y como no, cerveza fuerte que no falte para los hombres, las mujeres se conformaban con agua de los manantiales.
Apartados de la fiesta interiormente estaban los novios, dirigiendose miradas y gestos de amor. Al lado de Tam se sentaba su mejor amigo desde también muy pequeños, Smilser.
El único humano de todas las tierras élficas le interrumpió para hablar con él.
-Tam, me siento muy feliz por ti, enhorabuena. Has escogido a la elfa más sexy de todas las comunidades.-le dio un abrazo fuerte.
-Gracias Smilser, somos amigos leales y yo se que no me vas a defraudar pero por si acaso te lo digo. Mucho ojito con mi Kaira.-le dijo tan seriamente que a Smilser se le cayó al suelo su media sonrisa.
-¿Por qué me dices eso?-le preguntó. Había oido por primera vez esas palabras sacadas de la boca de su mejor amigo.
-Entiendelo, tu sabes que soy muy inseguro para todo. Eres el hombre más atractivo de todos y luchas como los dioses y lo más desconcertante de todo es que nunca te he visto con ninguna.
El rudo rostro de Smilser se ensombreció
-No desconfies, esta piedra que está delante tuyo no intentará nada con ella. ¿Sabes?-su mirada se quedó fija en el cielo.-las mujeres son el dulce veneno de los hombres. Nos encantan por su belleza, nos atraen con su gracia natural o sus curvas, cuando te atrapan se deslizan por tu cuerpo como si fueran serpientes y ya cuando te tienen alucinado te pinchan el veneno. Después ya estás maldito de por vida. Nunca dejarás de amarla a pesar de sus deficiencias la querrás y aunque se haya cansado de ti tu seguirás amandola como el primer día.
Tam se quedó pensativo, mirandolo.
-¿Y según tu, eso pasa con todas?
-Si, con todas las bellas porque con las feas pasa lo contrario. Intentamos huir de su fealdad como si fuera un castigo de los dioses. Tu has escogido a una guapa, entonces estás maldito. Siempre la amarás. Lo que no se es si su amor por ti es verdadero. Tendrás que comprobarlo. De ser así vivirás feliz pero si se cansa de ti sufrirás como un perro abandonado.-la reflexión tan profunda de su amigo le dio que pensar. Hasta ahora todo iva perfecto. Los dos se querían con la misma intensidad que aquella noche pero le entró el miedo al pensar que si era tan guapa y todos se derretian cuando la miraban estuviera en peligro su matrimonio. El quería que durase para siempre. Estaba en manos del destino.
-Smilser, y ¿Por que no has tenido nunca novia?-la pregunta volvió a ensombrecerlo.
-No quieras saberlo
-Si, cuentamelo. Yo no tengo ningún secreto escondido para ti.
-No y se acabó este tema. No quiero que me vuelvas a preguntar sobre esto.-se enfadó cerrando los puños en gesto de rabia.
-De acuerdo-pensó que clase de secreto escondía tan adentro.
-Guardián de la noche. Nuestros gobernadores desean un espectáculo de espadas. En breve comenzará usted el primero. Le rogamos que se vista de manera comoda y bien protegido-le dijo un jóven de pelo castaño por la espalda.
Smilser era un perfecto luchador. Toda la gente pagaba lo que fuese por verlo. Era el más temido. Con una mirada todo aquel que se enfrentase tragaba saliva del miedo que producía. Había sido acogido entre los brazos de una familia artesana cuando era solo un recién nacido. Nadie supo de donde procedía pero a pesar de no ser ni un elfo y tampoco un semielfo dejaron que se quedase. Con el tiempo adquirió prestigio gracias a su innata habilidad para la lucha.
-¿Con quién tendré que pelear?-mostró una cara aburrida.
-Se llama kafcar. Es un Qualinesti y según dicen ha ganado todos los torneos allá-lo apuntó con el dedo.
Su pelo era de tono poco frecuente en los elfos. De color rubio blanco. Su mirada era feroz y penetrante. Tenía un cuerpo musculoso, y vestía ropas color tierra y ligeras menos su capa de color verde oscuro y pesada.
-Seguro que es un buen luchador pero no el mejor. Os lo demostraré.
Se levantó y entró al palacio. Poco después salió.
La gente aplaudía, vitoreaba y algunos cantaban una melodía suave.
Este se acerc










jueves, 10 de abril de 2014

Sangre en el castillo de Almansa


El castillo estaba envuelto en una atmósfera lúgubre en contraste con la pequeña ciudad almanseña que disfrutaba como todos los veranos de una fresca noche veraniega. Nadie se imaginaba el terrible secreto del castillo, la verdad de las muertes, ni tampoco la tormentosa situación en la que se encontraban las últimas víctimas.
María, la única sobreviviente, veía con sus propios ojos la figura de una mujer esbelta y pálida como la luna que despedía su preciosa luz sobre sus rostros acercarse poco a poco a ella portando un cuchillo. Un escalofrió recorrió todo su cuerpo, tragó saliva, miró al suelo y allí estaba, tendido boca abajo, su novio, chorreando sangre de su cabeza yendo a parar a sus zapatillas rosas. En cuanto a sus otros amigos, no sabía dónde estaban, de modo que empezó a gritar sus nombres a la espera de una contestación. Le entró aún más el pánico cuando Sebas la susurró al oído

;entonces, gritó lo más fuerte posible haciendo despertar a la gente de alrededor.
La tarde del mes de junio se presentaba sofocante. El sol reinaba solitario en el cielo impoluto con una fuerza más abrasante de lo normal a la vez que corría por las calles almanseñas una ligera brisa cargada de calor. No obstante, la gente intentaba superar el ambiente sofocante y lo que para algunos era lo peor del mundo, el tedio.
Con todo esto, una pandilla de adolescentes se congregó en las escaleras del castillo teniendo previsto pasar la tarde allí después de haber paseado un buen rato con helados refrescantes en las manos. El plan se le había ocurrido al recientemente aceptado en el grupo gracias a su facilidad para conseguir marihuana. Se llamaba Sebastián pero todos le llamaban "Camello". Aceptaron enseguida sin queja alguna pues tenían todo el albedrío que un chico de sus edades podía tener pese a la historia que se rumoreaba del castillo.
Después de pagar las entradas subieron parsimoniosamente mientras hablaban.
-¿Sabéis que la Alicia le ha pedido salir al Pedro?-dijo Cristian con tono sorprendido.
-Es una puta. Para ella los tíos son como los condones, de usar y tirar. Por eso no van a durar ni dos días y si el chico lo hace bien, tres.
-¿Y tú que sabes?, a lo mejor duran un mes.
-Entiéndelo Fran, es el más cañón del insti.-habló Saray en defensa de su amiga.
-Tu dale lo suyo y veras que no se te va a ir volando.-dijo Cristian riéndose.
-Tú solo eres mía, chiquita, de nadie más.-Fran le dio un beso con lengua.
-Ya, cari, deja pa después.-lo apartó de su lado un poco molesta.
-¡Es que estás buenísima!-le dio una palmada en el culo.- ¿Te has traído la pistola?-se lo dijo al taciturno Sebas.
-Claro.
-Perfecto, vamos a divertirnos un poco-se la quitó de las manos y se agachó sigilosamente al suelo. Con pasos lentos se acercó a una paloma blanca.
-¡Tío, que te puede ver alguien, guarda eso!-exclamó Cristian.
-No seas aguafiestas. Si es de juguete, además ¿tú ves alguien por aquí?-su mirada topó con un abuelo que se encontraba sentado en el banco-bueno si, ese vejestorio. Tú que miras viejo de mierda. Vete a tu puta casa.-el pobre anciano no tuvo más remedio que marcharse muy molesto. La mirada de Fran era amenazadora. Todos lo conocían por ser un chico impulsivo, pocas veces se callaba cuando algo le enfadaba.
-Ya veréis como os vais a divertir-apuntó y le dio en toda la cabeza.-esto es la ostia. Ya me decía mi padre: "Cuando disparas a alguien notas el poder sobre esa persona, te crees el amo de su vida y cuando ves el cuerpo ensangrentado te invade una sensación de euforia incomparable."
-¿Tu padre es...?.-preguntó Saray.
-Sí, estuvo en la cárcel por asesinar a unos gilipollas. Asuntos de dinero.
-Vaya, no sabía nada.-dijo María.
-¡Que cabrón!, le ha dao en el blanco, nunca mejor dicho-rió Cristian.
La noche se les echaba encima. Poco a poco el sol se despedía por el horizonte dejando una imagen preciosa, digna de una foto.
Habían terminado como en un principio sobre todo Cristian y Fran estaban decididos a hacer. Se sentaron apoyados en uno de los muros del castillo para darse el lote. Momentos después Sebas los interrumpió.
-¿Qué os parece pasar la noche aquí? No tenéis huevos.-dijo Sebas.
-Tengo más que tu.-respondió Fran
-Y yo el doble que vosotros. ¿Y vosotras?, ¿os atrevéis?
No lo sé. A mí me da un poco de cague. No quiero ver a la dama de blanco.
-Eres una niñata llorona, Saray. Seguro que no puedes dormir con las luces apagadas.-dijo Cristian.
-La historia es real.
-¿En serio?, ¿me follo a una chica que cree en los fantasmas?-dijo decepcionado Fran.
De pronto escucharon unos pasos acercarse a ellos así que rápidamente, se dispersaron para esconderse. Entonces cayeron en la cuenta de que se trataba del guardia, un señor escuálido con barba cana. Después de comprobar el lugar, bajó por las escaleras.
-¡Que susto!-exclamó Saray.
-Entonces, chicas, ¿nos acompañáis?-preguntó Sebas.
-Venga, vale.-Saray aceptó mirándolo fijamente. No podía resistirse a sus ojos azules.
-Yo me quedo si me regalas pastillas.
-De acuerdo.
De pronto apareció un gato blanco. Sebas lo cogió dándole mimos.
-Esta gata es de mi hermana. Dice que quiere jugar.
-¿Tu hermana?
-Si, Cristian, vive aquí. A estas horas sale en busca de alguien con quien pasar el rato.
-¿De verdad? Estas chalao hijo mío. Esta gata quiere morir, me lo está implorando.-bromeó Fran.
-Ya está muerta.
-¿Qué?-se sorprendió Fran.
-Nada, es broma. ¿Jugáis? Es muy fácil. Tenéis que atraparla. Quien lo haga antes de las doce vivirá, quien no, morirá.
Todos se rieron pero finalmente aceptaron, solo por entretenerse en algo. Cada minuto era oro, sin embargo se lo tomaron muy tranquilos, fumándose un porro mientras lo buscaban.
Entre tanto Saray hablaba con el rarito, aprovechando la oportunidad para conocerlo mejor ya que su aire misterioso la atraía. No era la primera vez, ya desde el anterior mes intentaba saber más de él aunque constantemente la rechazaba, aún así seguía empecinada en su propósito. A ratos lo miraba de soslayo y le dedicaba una sonrisa pícara pero no reaccionaba, parecía que era un chico tímido. Pese a todo, terminaron en el interior de la torre del homenaje liándose hasta que Fran los sorprendió. Entonces sacó su arma y le apuntó. Para suerte de Sebas, no tenía balas por lo que Fran se armó de cólera descargando sus puños contra él, que no tuvo más remedio que defenderse con la botella de cerveza anteriormente rota por la mitad. En un arrebato de rabia este actuó con los ojos inyectados en sangre. De sopetón, el agredido cayó al suelo al mismo tiempo que la luz del móvil de María se apagó. Por momentos el pánico se adueñaba de su cuerpo profiriendo gritos sin cesar y más aún cuando presintió que una mujer vestida de blanco se acercaba a ella con un cuchillo largo. Después de decirle esas palabras, Sebas cambió de planes.
-Andrea, ¿te parece bien que le enseñemos los cuerpos de sus amigos?, vamos a dejar que se despida de ellos, por lo menos eso.
La mujer asintió con la cabeza como una loca.
-¿Dónde has dejado los cuerpos?
Ella apuntó con el dedo arriba. Así pues, subieron por la escalera de caracol. Allí estaban, empalados, con los ojos abiertos de par en par contemplaban las vistas empapados de sangre.
María se quedó petrificada. ¿De verdad le estaba ocurriendo eso a ella?, ¿iba a morir de esa manera por unos fantasmas? Hasta la palabra fantasma le llenaba de asombro.
-Mira, te vas a salvar. Pero con una condición. Tienes que follarme como cuando lo haces en tus sueños. Seguro que te masturbas pensando en mí.-empezó a acariciarla lentamente el pelo, el cuello, los senos...mientras ella lloraba desconsoladamente.-tranquila, no somos fantasmas. Es una chorrada que me he inventado para atraer a gente como vosotros aquí. Vivo de la venta de órganos y otras cosas ilegales.-rió a carcajadas.-pero tú serás la afortunada. Solo te violaré, pero si te niegas-su rostro se le ensombreció.-te torturaré hasta que me canse y peor si le cuentas a la gente esto, pero bueno, por eso no me preocupo porque nadie te creerá. Ella es mi hermana, está un poquito pallá. Se llama Sandra.-rió.-Sandra, saluda, no seas maleducada.
-Hola.-saludó fríamente con la mirada perdida.
-Y por tus amigos no te preocupes que están vivos, de momento. Estos son muñecos. Oye pero muy bien trabajados.
-¿Donde están?
-En unos sacos guardados.
-Quiero salir de aquí.-gritó
-No sin antes hacerme un trabajito
Lloró desconsoladamente.
Se la sacó y ella empezó pero de pronto le mordió fuertemente. Aprovechando que estaba en el suelo muerto de dolor se apresuró a salir cuanto antes de allí.
-¿A dónde vas, zorra?-fue el momento en el que cogió el cuchillo y se lo clavó por la espalda.
Segundos después aparecieron tres chicos y el gato.
-Trabajo acabado.-dijo Sebas.- vámonos.
Nunca encontraron sus cuerpos.